La indefensión aprendida paraliza los esfuerzos para evitar el sufrimiento, y no basta con echarle ganas, se requiere del apoyo profesional.
Cuando percibimos que no podemos hacer nada para cambiar una situación, nos vemos empequeñecidos e incapaces para actuar. Después de mucho luchar nos hemos convencido que es inútil cualquier esfuerzo de cambio; las fuerzas se acaban; ya lo hemos intentado y nada cambia, nos decimos: Ya para qué.
¿Te suena? este estado tiene nombre y se llama: Indefensión aprendida.
¿Qué es la indefensión aprendida?
Martín Seligman desarrolló el concepto mediante la investigación con animales. A un grupo de perros se le daba choques eléctricos, unos podían cortar la corriente, pero otros no lograban escapar de esto, los que no lograban controlar el castigo, después de un tiempo, terminaron presentando actitudes de pasividad aunque tuvieran la posibilidad de escapar no lo hacían. La conclusión es que, cuando los seres humanos son expuestos a castigos reiterados en situaciones donde no tiene control, y las acciones para evitar no han tenido resultados positivos, terminan por resignarse a la situación dañina.
No basta con “echarle ganas”
Quizá no sea algo que a ti te pase, pero puedes saber de alguien que no sale de una situación, ya sea que no busca un trabajo o que está en una relación donde hay violencia y, te preguntes ¿por qué no hace nada? La respuesta radica en que la indefensión afecta la motivación, el estado emotivo y el pensamiento, generando estados como la ansiedad y depresión, es decir el nivel fisiológico está deteriorado.
Esto quiere decir que no basta con que las personas le echen ganas para recuperar su bienestar, sino que se necesita intervenir en las áreas que se han dañado.
Esto quiere decir que no basta con que las personas le echen ganas para recuperar su bienestar, sino que se necesita intervenir en las áreas que se han dañado.
A simple vista parece que a uno nunca le pasara. Sin embargo la indefensión se va desarrollando de manera gradual y paulatina. Hay un ejemplo que nos ayuda a comprenderlo: Para cocinar una rana es necesario ponerla en agua fría e ir aumentando el calor poco a poco hasta que hierva, si metes la rana cuando el agua está caliente, la rana saltará y escapara. Este ejemplo nos enseña que la indefensión se va desarrollando poco a poco hasta dejarnos sin voluntad.
El desconocimiento y lo complejo de los pensamientos que cada uno se dice, nos impide entender lo que ocurre en las personas que se encuentran sufriendo violencia y no salen de ella. No es suficiente con tener la decisión de salir de los ciclos de violencia es necesario del apoyo psicológico.
Desprendernos de una situación o de alguien puede costar mucho tiempo, por ello en ocasiones la distancia física antecede a la distancia emocional sobre todo cuando está en juego la salud y la vida.