El otro día, buscando términos asociados a las relaciones de pareja para un escrito, me encontré con una frase con millones de búsquedas: “Quiero una relación” y las cuatro primeras opciones que terminaban la frase eran: “seria” “bonita” “duradera” y “estable”. Y entonces me vino a la mente que, en muchas ocasiones, la gente tiene algunas creencias distorsionadas sobre lo que son las relaciones de pareja. Algunas de estas creencias están basadas en la idealización y romantización de lo que es el amor (o lo que nos dicen que debería de ser) y no de lo que en realidad es.
Y es que cuando hablamos de amor, pocas veces nos viene a la mente que amar, es un verbo. Amar es una acción, un sentimiento que no surge de la nada o aparece momentáneamente, sino que se construye, que se va formando en conjunto y que es diferente para cada persona y pareja. Y como todo lo que se construye, lleva implícito cierta responsabilidad.
Curioso ¿no?
Cuando pones en el buscador “quiero una relación”, la palabra “responsable” no aparece en la lista de las búsquedas más frecuentes.
Y tal vez ese sea uno de los principales problemas al momento de buscar o formar una relación de pareja. Claro, a la mayoría de las personas les gustaría una relación seria, bonita, duradera y estable, pero ¿Cuántas de esas personas realmente trabajan por llegar ahí?
¿Amor a primera vista?
Empecemos desde el inicio ¿existe el amor a primera vista? Los más románticos podrán decir que sí. Algunos juran que esa enorme atracción se dio en el momento en que se vieron por primera vez, recordando con cariño y nostalgia la sensación que tuvieron. Esa mezcla explosiva de neurotransmisores en su cerebro que los hizo sentir eufóricos y enamorados.
Pero ¿qué pasa cuando esa euforia y emoción comienza a desvanecerse?
Porque si algo es seguro, es que nuestro organismo paulatinamente dejará de generar esta liberación constante de sustancias y eso tendrá un efecto en nuestro estado de ánimo.
Varios de los problemas de pareja se dan por esta creencia, porque si nos enamoramos perdidamente de alguien al conocerlo, se espera que ese sentimiento “mágico” perdure el resto de la relación. Y cuando la relación, y las personas involucradas en ella, comienzan a cambiar, porque es lo normal, puede que haya cierta resistencia, y entonces, escuchamos comentarios del tipo “ya no es como antes”. Por lo tanto, es más probable que los esfuerzos y recursos de aquellos que se resisten al cambio, vayan dirigidos a tratar de volver a lo que era, en vez de adaptarse a lo nuevo y permitirse crecer en conjunto.
Es más probable que perduren las relaciones de aquellas parejas que hayan logrado construir una relación basada, no sólo en la atracción y emoción, sino también en el compromiso y acuerdo de metas en común, así como en la constante adaptación a los cambios.
“Si te lo tengo que pedir, ya no lo quiero”
Lo anterior va de la mano con el autoconocimiento. Saber qué es lo que buscamos y queremos en una relación, qué nos gusta y qué no, qué podemos tolerar y qué cosas no vamos a permitir, es precisamente lo que ayudará a formar las bases de la relación a largo plazo. Pues cuando uno conoce sus pilares importantes, puede externarlo y comunicarlo al otro, y la otra persona puede elegir si está de acuerdo con eso, o si busca algo diferente, lo cual también es completamente válido. El autoconocimiento te guiará a estar con alguien por elección propia y no por necesidad.
El autoconocimiento ayuda, pero no es todo, se requiere de poder exteriorizar tus pensamientos y emociones para que se pueda llegar a algún lado.
Probablemente hayas escuchado la frase “Si te lo tengo que pedir, ya no lo quiero”.
Y al igual que la creencia del amor a primera vista, esta frase genera varios conflictos.
Cuando suponemos e interpretamos lo que el otro pueda estar pensando o sintiendo, sin mediar palabras, damos pie a una gran cantidad de malos entendidos. Pues nadie tiene el superpoder de leer mentes y no tendríamos porqué tener que hacerlo. Si la otra persona ha dicho o hecho algo que te ha molestado o incomodado, díselo. Un simple “Lo que has hecho antes me ha hecho sentir mal” puede dar pie a iniciar una conversación y solucionar la situación. Dejar de hablar o comportarte de manera diferente no resolverá el problema, al contrario, puede aumentar el malestar en ti mismo y en la otra persona.
Es responsabilidad de uno comunicar lo que piensa, siente y desea, muchas veces nuestro sufrimiento se da más por suponer, que por lo que en realidad es.
¿Felices para siempre?
Probablemente otra de las creencias que generan un gran malestar en las relaciones. Cuando uno comienza una relación, hay acuerdos implícitos y explícitos, aunque siempre es recomendable hacerlos explícitos para evitar malos entendidos en el futuro. Sin embargo, uno de los acuerdos que muy pocas veces se verbalizan es aquél donde desde el inicio de una relación, está la posibilidad de que esa relación termine. Ya sea por decisión de alguno de los dos, de ambos, o por cualquier otro motivo. Cada uno está en su derecho de tomar esta decisión y cada uno tiene la responsabilidad, ya sea de comunicarlo, o de aceptarlo.
Esta responsabilidad no quitará el que no duela o suframos por algún tiempo, pero sí ayudará a no desarrollar sentimientos de culpa, vergüenza o angustia innecesaria. Y es cuando podemos amar en libertad, desde la autonomía y el autoconocimiento que es mucho más fácil construir relaciones igualitarias, recíprocas y sanas.
Cuando nos creemos estas ideas románticas, somos más propensos a formar relaciones no saludables. Amar sin estos romanticismos e idealizaciones permite construir la pareja desde la honestidad.
Te invito a reflexionar y cuestionar tus propias creencias sobre las relaciones de pareja. Si se te dificulta, recuerda que puedes buscar apoyo y guía para comenzar a hacerlo, con un profesional de la salud mental.