El otro día, mientras estaba formada en la fila del supermercado, llegué a escuchar el siguiente comentario de una chica que hablaba por teléfono: “mi trabajo me enferma”
De inicio, podría parecer una conversación graciosa o incluso dramática. Pero si lo pensamos bien, en muchas ocasiones no somos conscientes de que existen condiciones laborales y personales que nos hacen más propensos a desarrollar una enfermedad como el Síndrome de Burnout o “el síndrome de estar quemado”.
Con los cambios laborales a raíz de la pandemia por covid-19, muchos hemos cambiado el trabajo en la oficina, por el trabajo desde casa. Esto puede ser una oportunidad para aprovechar el tiempo que normalmente pasamos en el traslado, y realizar otras actividades recreativas. Pero también puede ser un riesgo para aquellos que se les dificulte la organización, pues es bastante común escuchar que los turnos de 8 horas, han aumentado hasta el punto de duplicarse, ya que se da por hecho que al estar trabajando desde casa, se tiene más tiempo para eso: para trabajar.
¿Qué es el síndrome de burnout?
La palabra burnout significa estar quemado, consumido, tronado o reventado. Se utiliza esta metáfora para describir un estado de estrés crónico laboral, en el cual se presenta un agotamiento físico, mental y emocional, por lo que la persona puede llegar a un nivel de incapacidad para continuar con su trabajo habitual.
Este síndrome aparece como consecuencia de un estrés laboral crónico, es decir, se va generando progresivamente, no aparece de la noche a la mañana. En ocasiones, podemos sentirnos cansados, desmotivados o estresados en el trabajo, pero este síndrome de burnout va más allá de esas sensaciones.
Algunas de sus principales características son:
- Alienación de las actividades laborales: las personas que experimentan este agotamiento, perciben sus trabajos cada vez más estresantes o frustrantes.
- Predomina el cansancio emocional, aunque también hay un cansancio físico.
- Conducta despersonalizada: hay una indiferencia o una actitud cínica hacia las actividades de trabajo y en las relaciones con los compañeros o clientes.
- Sensación de ineficacia, insatisfacción y poca realización personal y profesional.
Generalmente se da en personas que trabajan en prestación de servicios y que tienen trato constante con personas, como médicos, enfermeras, directivos y oficinistas. Pero también se puede manifestar en madres agotadas, pues una de las principales causas de este síndrome es la sobrecarga de actividades, largas jornadas de trabajo y un alto nivel de responsabilidad y exigencias.
¿Estrés o Burnout?
La mayoría de nosotros nos hemos sentido estresados en el trabajo, pues esta es una reacción que nos ayuda a activarnos para poder realizar nuestras actividades, y es adaptativo cuando nos permite cumplir nuestros objetivos y dura poco tiempo. El síndrome de burnout no es adaptativo, se da como una consecuencia al tener un estrés prolongado e intenso, por lo que eventualmente llega esta sensación de agotamiento físico y emocional. Así como las máquinas comienzan a deteriorarse o a dejar de funcionar con su uso excesivo, nuestro cuerpo no puede mantenerse en este nivel de activación durante tanto tiempo y comienza a tener un desgaste.
Es entonces cuando las cosas que antes importaban demasiado en el trabajo, de repente ya no interesan. La cantidad e intensidad de nuestras emociones, desaparecen y pareciera como si se activara el modo automático.
Cuando estamos estresados podemos tener o no una actitud negativa hacia el trabajo. En el burnout, esta actitud siempre está presente.
¿Podemos hacer algo para tratarlo?
La respuesta es sí. En muchas ocasiones, no podemos intervenir desde el aspecto organizacional de nuestro trabajo, por lo que habrá que enfocarse en aquello que sí podemos controlar. La mejor manera de atender este problema, es la prevención:
- Realiza innovaciones en tu rutina para evitar caer en la monotonía, desmotivación o apatía, un cambio simple como una caminata hacia el trabajo en vez de tomar el camión puede darte otra perspectiva.
- Inscríbete a cursos o capacitaciones que promuevan tu desarrollo de habilidades.
- Respeta tus vacaciones y días de descanso. Esto aplica para el tiempo libre propio, pero también el de tus compañeros.
- Aprende a relajarte y a descansar. Vivir en un entorno tan demandante y rápido, nos dificulta relajarnos, si no, ¿quién no usa su celular cuando tiene un momento de descanso? Aprender a vivir en el presente, saber qué cosas están bajo nuestro control, y reconocer que necesitamos descansos para continuar, te ayudará a despegarte un poco del trabajo y practicar actividades de autocuidado.
- Desarrolla tus habilidades de asertividad. Tienes permitido decir que no o pedir ayuda, ante una carga excesiva de trabajo. Cuando te sientas abrumado, puedes pedir apoyo o delegar ciertas actividades.
Y por último pero no menos importante, acude a un servicio de salud, física, pero también mental. Tomar psicoterapia te ayudará a aprender herramientas para la gestión del estrés, empezando por el autoconocimiento de los valores y creencias.
Para finalizar, me gustaría dejarte pensando en lo siguiente:
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